Bueno, pues aquí estamos otra vez. Sí, otra vez. Aunque el
blog sea nuevo, no es la primera vez que intento meterme en el mundillo de los
blogs. Ya lo había intentado el verano pasado y el verano anterior, intentando,
sin éxito, escribir historias cortitas acerca de libros que había leído.
Hace algunos años surgió en mí la idea de crear historias,
de inventar personajes, de imaginar aventuras, cada cual más peligrosa, y de
plasmar todo aquello en una hoja de papel, a fin de que otros lo leyeran, o
bien, para leerlo yo en otro momento, cuando fuera más mayor. Pero, ay amigo,
la tarea del escritor es dura, muy dura. Cuando leo los libros de grandes
autores tales como Laura Gallego,
Cornelia Funke, o Tolkien, entre otros, me creo que esos mundos surgidos de sus
manos, encerrados entre sus tapas, llegaron a las mentes de los autores sin
esfuerzo alguno, como si simplemente estuviesen agazapados en un rinconcito de
su imaginación, esperando salir a la luz para mostrarse al mundo real.
Un día me dije, ¿y por qué yo no? ¿Por qué no voy a poder yo
también hacer eso? Crear mi propia historia, ser el señor de la creación, de la
muerte, de la vida, del destino de cada uno de los personajes que aparezcan en
ella y jugar con ellos cuanto me plazca. Entonces me puse ante una hoja en blanco
y empecé a pensar, a intentar dar forma a las numerosas ideas que pasan por mi
mente, imágenes de paisajes, princesas, reyes, príncipes, guerras, peligros,
calamidades… Todas ellas pasaban a una velocidad de vértigo en mi cabeza, y
apenas sí me daba tiempo a cogerlas al vuelo y atraparlas en el papel. Pero a
medida que pasaban los días, mi ilusión iba decreciendo. Me daba pereza ponerme
a escribir, los personajes ya no me importaban, y su destino y aventuras me
traían sin cuidado, así que abandoné. Tenía escritos unos pocos capítulos, 2 o
3, pero veía que no tenían salida, y aunque la tuviesen, ya no me importaba.
Todavía ahora, mientras escribo estas líneas, me pregunto que habría sido de
ellos si hubiese seguido escribiendo, quiénes lo habrían pasado mejor, o
quiénes peor. Pero esa historia ya es propiedad del olvido, que coge todo lo
que los demás descuidan un poco, y se lo lleva para no mostrarlo nunca más,
guardándolo para sí.
Años más tarde, es decir, en 2012, hace dos años, leí un libro
que me encantó. Se titulaba “Krabat y el
Molino del Diablo”, de O. Preussler, y pensé, a raíz de un descubrimiento
que hice por internet, llamado “fanfiction”, que, si bien era difícil hacer tu
historia de principio a fin, hacer una nueva a partir de otra debía ser muy
fácil, porque todo estaba ya proporcionado, los personajes, el ambiente, el
mundo, el territorio… “Lo único que hay que hacer es darle un giro a la
historia y estará listo” pensé. La situación fue idéntica a la anterior, todo
empezó muy bien, desarrollando el hilo argumental de la historia pero a los
pocos días desistí. El año pasado lo volví a intentar con tras haber leído dos
libros de Laura Gallego: “Alas de fuego”
y “Alas negras”(Fantásticos, os los
recomiendo a todos) y, para no variar, el resultado fue similar.
Este año lo vuelvo a intentar, con un nuevo blog, unas
nuevas expectativas y nuevos temas sobre los que hablar. He pensado que, si
escribir historias es tan difícil, ¿por qué no escribir sobre otras cosas? No
tienen por qué ser siempre historias que nunca tienen fin, relatos que no ven
nunca su desenlace, sino que también pueden ser otro tipo de escritura, creada
a partir de la simple inspiración, no basada en libros y en personajes que no
existen, pues he comprobado que eso no lleva a ninguna parte (no obstante lo
seguiré intentando, a ver si lo consigo de una vez). Con lo cual me he
propuesto escribir sobre lo primero que se me pase por la cabeza: pueblos,
montañas, personas, animales o cualquier otra cosa digna de ser escrita. A
veces serán reflexiones, a veces serán un conjunto de frases juntas que no
tienen orden ni concierto, incluso puede que me atreva a escribir algún poema
en caso de estar (extremadamente) inspirado, aunque no creo, ya que la poesía
no es para nada lo mío. ¡El tiempo lo dirá!
Hasta entonces, me despido, con la mirada bien fija en un
nuevo horizonte, al que espero llegar con vuestra ayuda. Se aceptan todo tipo
de críticas, tanto buenas como malas (aunque sin pasarse de tono con los
comentarios con estas últimas.), que me ayuden a sacar esto adelante. ¡Nos
vemos!
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